
Un alcalde al servicio de intereses corporativos, no de la comunidad
El cargo de alcalde debería estar enfocado en la comunidad, en velar por el bienestar de sus habitantes, en mejorar las condiciones de vida y promover un desarrollo sustentable para todos. Sin embargo, la administración de Rodrigo Wainwright en Puerto Montt al poco andar ya ha demostrado una clara alineación con los intereses de la industria del salmón, una industria que no solo compromete la soberanía alimentaria y los ecosistemas locales, sino que precariza aún más las condiciones laborales de los trabajadores de la región.
El apoyo del alcalde a la industria salmonera se ha manifestado en varias acciones tales como:
- la participación y promoción en foros de innovación centrados exclusivamente en esta industria y en un futuro en la automatización de los procesos (con consecuencias en la mano de obra local)
- la promoción del salmón como el producto local por excelencia, en la difusión de ferias de cruceros fuera de Chile (aunque es especie exótica y consumo de nicho)
- La propuesta de sembrar salmonideos en el Lago Chapo para fomentar la pesca recreativa, sin considerar los impactos ambientales que genera la introducción de especies exóticas en el lugar, ni las opiniones de desacuerdo de la comunidad local respecto al tema.
El ecólogo Francisco Varela, experto en ecología acuática, advierte que:
«El modelo de acuicultura industrial, especialmente el del salmón, es uno de los mayores responsables de la destrucción de los ecosistemas acuáticos en Chile. Las especies nativas son desplazadas, y se genera una presión insostenible sobre los ecosistemas de agua dulce y marinos.»
Este tipo de enfoque en la industria extractiva demuestra cómo la administración de Wainwright sigue los intereses de grandes corporaciones, sin cuestionar los efectos que estas tienen sobre el futuro de los habitantes de la comuna y el medio ambiente.
La contradicción de perseguir a los más vulnerables mientras se favorece a las grandes empresas
Mientras el alcalde apoya una industria que destruye el medio ambiente y precarisa el trabajo local, persigue a los comerciantes ambulantes, personas que dependen de este tipo de trabajo para sostener a sus familias. Bajo el lema de «limpieza de la ciudad», Wainwright ha liderado una campaña que no solo estigmatiza a los trabajadores informales, sino que también pone en evidencia una desconexión con la realidad socioeconómica de las personas más vulnerables de la ciudad.
La criminalización del comercio ambulante refleja una visión completamente desajustada de lo que debería ser la gestión pública.
El sociólogo Javier Auyero, experto en políticas urbanas, señala:
«La criminalización de la pobreza y el trabajo informal no solo agrava la exclusión social, sino que también perpetúa las desigualdades estructurales. La ciudad debe ser un espacio de inclusión y oportunidades, no un espacio de castigo.»
El comercio ambulante, lejos de ser un “problema” que erradicar, es una respuesta adaptativa ante la falta de empleos formales en una economía que no brinda oportunidades a todos. La persecución de estos trabajadores, sin ofrecer alternativas ni reconocer su contribución a la economía local, resalta la falta de empatía y visión social en la administración de Wainwright.

El riesgo ambiental de la industria del salmón y el futuro incierto
La industria del salmón, además de ser una amenaza para la biodiversidad, también está afectando la soberanía alimentaria de las comunidades de la región. La acuicultura intensiva consume grandes cantidades de peces nativos para alimentar a los salmones, lo que contribuye a la reducción de las poblaciones de peces locales, esenciales para las cadenas alimenticias naturales.
Silvia Ribeiro, activista ambiental y socióloga, lo expresa con claridad:
«El modelo extractivo, basado en la sobreexplotación de los recursos naturales, no solo agota estos recursos, sino que destruye las formas de vida de las comunidades que dependen de ellos.»
Mientras esta industria produce salmón, que es un lujo exportado a mercados internacionales, las comunidades locales ven cómo su acceso a recursos naturales se ve restringido. Un recurso que podría alimentar a miles de personas se destina, en su mayoría, a un mercado de lujo, sin que los beneficios lleguen a las personas que realmente viven del mar y los ríos de la región.
El doble estándar en la gestión municipal: de un alcalde salmón a una «limpieza» social
Es alarmante cómo el alcalde Wainwright muestra un doble estándar en su gestión. Por un lado, se alinea con una industria que precariza el trabajo, despoja a las comunidades de sus recursos naturales y pone en riesgo el medio ambiente. Por otro, persigue a quienes, con su trabajo humilde y cotidiano, contribuyen directamente a la vida económica y social de la ciudad. Esta contradicción se vuelve aún más evidente cuando se considera que los comerciantes ambulantes, quienes trabajan de manera informal, son vistos como un obstáculo a erradicar, a pesar de que su labor es vital en la economía local.
La política de «limpieza de la ciudad» y persecución a los trabajadores informales refleja una falta de visión integral sobre las problemáticas urbanas.
Claudia Sepúlveda, economista experta en sostenibilidad, resalta:
«La sostenibilidad debe ser el motor de la transición hacia una nueva economía. Las alternativas como el turismo responsable y la educación ambiental no solo son factibles, sino que ofrecen un futuro mucho más próspero y equitativo para las comunidades.»
El contraste es claro: el alcalde privilegia los intereses de grandes corporaciones sobre las necesidades de los habitantes de Puerto Montt, favoreciendo la contaminación y la precarización laboral mientras ignora las oportunidades de diversificación económica basadas en modelos sostenibles.
El futuro que queremos para Puerto Montt: Diversificación y sostenibilidad
Puerto Montt tiene una oportunidad única para redirigir su futuro, pero necesita un cambio de enfoque en la gestión política. La comunidad no puede seguir siendo subordinada a los intereses de una industria destructiva como el salmón. Es fundamental apostar por un modelo de desarrollo que proteja el medio ambiente y promueva la sostenibilidad. La diversificación de la economía, basada en el turismo sostenible, la educación ambiental y la generación de energía alternativa, no solo sería más beneficiosa para el bienestar local, sino también más inclusiva.
Francisco Varela concluye:
«No es tarde para cambiar el rumbo. Puerto Montt debe apostar por la biodiversidad, el turismo responsable y la economía local sostenible, en lugar de seguir sacrificando su futuro en favor de industrias destructivas.»
Es momento de que la comuna de Puerto Montt tenga un liderazgo que escuche a su gente, que respete el medio ambiente y que apueste por un futuro en el que el desarrollo y la justicia social vayan de la mano. No queremos un Alcalde Salmón, queremos un alcalde que proteja la vida, la tierra y las personas de Puerto Montt.
