Coyhaique, agosto de 2025 | El Museo Regional de Aysén presenta, desde el 1 hasta el 31 de agosto, la exposición gratuita “Turberas: un tesoro escondido en la Patagonia”, impulsada por INIA Tamel Aike, con apoyo del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) y el financiamiento del Programa Ciencia Pública del Ministerio de Ciencia¹. La muestra combina realidad aumentada, proyecciones, recursos interactivos, sonidos naturales y fotografías para ofrecer una experiencia inmersiva que vincula ciencia, tecnología y naturaleza. Su propósito es visibilizar el rol ecológico de las turberas, destacar su función como reguladoras del agua y almacenadoras de carbono, y fomentar una valoración del territorio desde una perspectiva de sustentabilidad e innovación regional.
Turberas en el mundo: de la Patagonia a Siberia, guardianas del carbono
Aunque son emblemáticas de la Patagonia, las turberas se encuentran en diversas regiones del mundo, como el norte de Europa (especialmente en Finlandia, Suecia y Rusia), Canadá, Alaska, partes de Siberia, y zonas tropicales de Indonesia y Malasia. Su formación requiere condiciones ecológicas específicas: climas fríos o templados, alta humedad atmosférica, suelos anegados y baja actividad microbiana debido a la escasez de oxígeno. Estos factores ralentizan la descomposición de la materia orgánica, permitiendo su acumulación en capas que pueden alcanzar varios metros de profundidad, formando así reservas estables de carbono de alta relevancia global.
En América Latina, las turberas se distribuyen en diversos ecosistemas y zonas climáticas, con una mayor concentración en regiones de alta pluviosidad y baja temperatura. Se han identificado extensas áreas turbosas en la Amazonía occidental —particularmente en Perú, Colombia, Ecuador y Brasil— donde se estima que existen más de 140.000 km² de turberas tropicales, muchas aún sin cartografía precisa. En las zonas templadas y australes del continente, destacan las turberas de los Andes del sur de Chile y Argentina, la Patagonia, Tierra del Fuego, y los archipiélagos de Chiloé, Magallanes e islas subantárticas, dominadas principalmente por musgos del género Sphagnum. Estudios recientes del programa Global Peatlands Initiative (UNEP) y del Centro de Geotecnologías de la Amazonía (CIGA) estiman que América Latina podría albergar entre 250.000 y 300.000 km² de turberas, aunque esta cifra es aún una aproximación, dada la falta de inventarios sistemáticos y tecnologías de monitoreo homogéneas. La creciente disponibilidad de imágenes satelitales, sensores remotos y cartografía participativa ha comenzado a cerrar esta brecha, revelando que estos humedales desempeñan un papel fundamental en la regulación hídrica, la biodiversidad y el secuestro de carbono en distintos biomas latinoamericanos.
En las zonas australes de la Patagonia, las turberas constituyen un ecosistema único, húmedo y frío, caracterizado por la acumulación constante de materia orgánica en suelos permanentemente saturados, con bajas temperaturas y escasa oxigenación. Dominadas por musgos del género Sphagnum, estas áreas cumplen una función esencial en la regulación climática global, al capturar y almacenar grandes cantidades de carbono durante milenios. Sin embargo, en el sur de América las turberas continúan siendo poco estudiadas y escasamente integradas en políticas públicas de conservación, enfrentando amenazas crecientes como la extracción para exportación.
Coyhaique: educación ambiental desde el museo
El pasado 6 de agosto, el Museo Regional de Aysén inauguró la exposición “Turberas: un tesoro escondido en la Patagonia”, una muestra que busca acercar este ecosistema a la ciudadanía mediante paneles interactivos, material científico y relatos de comunidades locales.
La educación ambiental cumple un rol fundamental en la transformación cultural hacia estilos de vida más sostenibles, promoviendo una comprensión crítica de las relaciones entre sociedad y naturaleza. Más que transmitir conocimientos, busca generar conciencia, fomentar actitudes responsables y desarrollar habilidades que influyen en los hábitos cotidianos, el consumo y la participación ciudadana.
La exhibición, que incluye muestras de musgo, suelo turbal, fotografías y cápsulas documentales, fue elaborada con la colaboración de instituciones como el CIEP y la Fundación Forecos, y tiene como objetivo central visibilizar la urgencia de conservar estos ecosistemas frágiles.
“Queremos que las personas comprendan que estas tierras esponjosas, silenciosas y muchas veces ignoradas cumplen una función ambiental de gran escala”, señaló una de las curadoras del museo.
Entre el abandono y la amenaza
La exportación del musgo Sphagnum, componente esencial de las turberas chilenas, se ha convertido en una actividad de alto interés comercial durante la última década, especialmente en las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes. Se estima que entre 2010 y 2020, Chile exportó más de 10.000 toneladas de musgo seco, por un valor que supera los USD 15 millones, siendo Estados Unidos, Corea del Sur y la Unión Europea los principales destinos. Esta creciente demanda internacional ha ejercido una presión considerable sobre los ecosistemas turbosos del sur austral, cuya regeneración es extremadamente lenta y sensible a alteraciones hidrológicas.
A nivel normativo, el Decreto N°25 del Ministerio del Medio Ambiente (2017) establece criterios técnicos para la extracción sustentable de Sphagnum, como planes de manejo, monitoreo ambiental y límites de cosecha por superficie. Sin embargo, su implementación ha sido dispareja, con denuncias de extracción ilegal, escasa fiscalización en zonas remotas y dificultades para verificar la trazabilidad del musgo exportado. Paralelamente, Chile aún no cuenta con una ley que reconozca a las turberas como ecosistemas protegidos, ni con un marco legal que regule su uso bajo un enfoque ecosistémico.
En este contexto, la exportación de musgo desde territorios como la Patagonia plantea una disyuntiva crítica entre economía local, conservación ambiental y justicia territorial. ¿Puede sostenerse una actividad extractiva que depende de un ecosistema tan vulnerable y estratégico para la regulación climática? ¿Qué rol deben asumir las políticas públicas frente a este vacío normativo? ¿Y qué papel pueden jugar las comunidades que comprenden su interdependencia con el entorno?
¹ Fuente: https://www.tourinnovacion.cl/actualidad/turberas-el-tesoro-oculto-de-la-patagonia/
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