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Isla grande de Chilóe | Estos días se cumplen cuatro años desde la revuelta de octubre del 2019, las posibilidades de una sociedad ecológica parecen más lejanas, además algo huele a derrota, las organizaciones se encuentran más atomizadas, los liderazgos desgastados, los caminos parecen sin salida. No podemos obviar que un gran golpe a la humanidad ha ocurrido con la Pandemia, un antes y después a nivel global que debemos considerar en nuestros pensares y en nuestros sentires.
Primero dentro y después fuera, y después de lo local a lo global, ¿qué ha significado en nuestros que haceres estos procesos?, ¿hemos cambiado hábitos y conductas?, ¿en qué podemos contribuir a generar instancias colectivas que nos permitan generar ricas conversaciones para vivir nuestro tiempo de forma más consciente? ¿qué ha cambiado después de las revueltas populares de los últimos años?
Mayo del 2016, una concatenación de hechos terminaría en una nunca antes vista revuelta de comunidades rurales-costeras y urbanas desde la constitución del estado de Chile, en pocos días se extendía a lo largo de la región de los lagos, un movimiento simultáneo en diversos puntos entre Quellón y Puerto Montt, a lo que siguió el bloqueo del tráfico por las carreteras y el acceso a la isla grande de Chiloé, decenas reunidas en distintos puntos de la carretera y cientos a los largo de la región, la ola avanzaba hacia el norte los días de las negociaciones llegaba a las costas de la provincia de Osorno y comenzaban pequeños movimientos en la región de los ríos.
Represión y negociación, todo fue desarticulado desde el gobierno. Se enviaban contingentes de carabineros desde Temuco hacia Puerto Montt, la capital regional fue el epicentro de la represión mientras camiones de salmones podridos cruzaban sus calles, a Chiloé no pudieron entrar con nuevos contingentes, entre Calbuco y Maullín las carreteras seguían tomadas, grupos organizados esperaban en la costa de chiloé con palos, herramientas de todo tipo para bloquear cualquier intento de ingreso de carabineros por mar, las carreteras se mantenían cortadas. Se envío al entonces ministro Cespedes para negociar con los dirigentes de la pesca artesanal, la negociación se dio en varios puntos con dirigentes de la pesca artesanal, el ministro venía con la disposición de entregar un pequeñisima fracción del presupuesto nacional en bonos, dirigente del partido comunista articularon estrategias para llegar a acuerdo, tras varios días de negociaciones se levanta la revuelta, entre el malestar y el aturdimiento de la mayoría.
Las causas de este episodio lo podemos encontrar en el mar, frente a las costas del mar interior, la acuicultura industrial y su constante proceso de contaminación. El vertimiento de salmones es el efecto causado por una floración de algas marinas que rodeo gran parte del mar interior y se fue avanzando por meses desde Aysén, algo impensado. Estos hechos son uno más en una larga historia de movilizaciones y manifestaciones de grupos organizados de trabajadores, y principalmente trabajadoras, así como comunidades rurales y costeras que se han sido afectadas de múltiples formas.
La promesa incumplida del progreso esta en el corazón del malestar, las transformaciones materiales, culturales y espirituales que se han vivido las últimas décadas son evidentes para quienes han habitado este basto litoral continental e insular. La promesa es constantemente relatada, es una especie de hechizo, un lugar común de la sociedad occidental, constantemente reproducido en los medios de prensa nacionales y locales (pagados por la industria).
La otra cara del progreso es el consumo, y el consumo termina rápidamente en el vertedero, en las islas la saturación es más evidente, pero no solo son bienes materiales también inmateriales; salud, educación, entretención, transporte, espiritualidad, para ellos también hay vertederos inmateriales.
Falto sabiduría, falto mucho más de lo que acá se pueda decir, pero de que a esta sociedad la mantiene el consumo no esta en discusión, Antes hubo otras sociedades que mantuvieron una relación distinta con su entorno, ha sido en el viaje que hemos extraviado esa forma de relacionarnos porque hemos adoptado otras, los últimos años de forma masiva las que nos enuncia el progreso.
El pasado es hacia adelante en muchas de las comunidades originarias de Abya Yala, su horizonte estaba en el pesado, quizás por ello miraban y representaban de tan distinta forma las estrellas, como queriendo volver a un horizonte muy muy lejano, pero hoy el pasado esta atrás, quizás por ello nos hemos extraviado. Buscamos y no encontramos un horizonte material, cultural y espiritual compartido en el que buscar equilibrios, se asume el que venden en los grandes medios de comunicación, el loop de las programaciones culturales mainstream.
La intención de encontrar horizontes nuevos en tiempos de grandes crisis, de abrir caminos es supervivencia, nos recuerda que el pasado esta delante y es milenario, aunque vivimos en una época difícil, aunque sea un escenario donde elementos centrales de los fenómenos que nos ocurren parece no discutible, como la salmonicultura, en el fondo la forma de producción o como las comunidades humanas nos relacionamos con el entorno, con el hogar no es discutible.
El 2019 fue una replica mayor de un problema profundo de convivencia mundial, acá en el sur, en el corazón del experimento, vemos como los ecosistemas están profundamente alterados, como se siguen acelerando esos proceso, pero como todo proceso biológico, existe un nacer y un morir. Hay que probar, idear e intencionar nuevos-antiguos sistemas de gestión del hogar que habitamos, dar los pasos al inevitable hecho de una nueva civilización, y no continuar con pequeñas reformas de las reformas que profundizan procesos diseñados para sostener el trabajo o acceso al consumo de pocas personas, vamos que cada vez tenemos menos vueltas de sol, y mientras tanto, a vivir que la mar esta linda pa’ navegar.
Habrá que enfocar y poner nuestra energía en procesos que nos lleven a otros lugares.